En el cuarto de los niños
Papá,
mamá y todos los hermanitos habían ido a ver la
comedia; Anita y su padrino quedaron solos en
casa.
-También nosotros tendremos nuestra comedia -dijo
el padrino-. Manos a la obra.
-Pero no tenemos teatro -replicó la pequeña
Anita-, ni nadie que haga de cómico. Mi vieja
muñeca es demasiado fea, y no quiero que se
arrugue el vestido de la nueva.
-Cómicos siempre hay, si nos contentamos con lo
que tenemos -dijo el padrino.
Ante todo vamos a construir el teatro. Pondremos
aquí un libro, allí otro, y un tercero
atravesado. Ahora tres del otro lado; ya tenemos
los bastidores.
Aquella caja vieja podrá servirnos de fondo;
pondremos la base hacia fuera. La escena
representa una habitación, esto está claro.
Dediquémonos ahora a los personajes. Veamos qué
hay en la caja de los juguetes. Primero los
personajes, después la obra; cuando tengamos los
primeros, la otra vendrá por sí sola, y la cosa
saldrá que ni pintada. Aquí hay una cabeza de
pipa, y allí un guante sin pareja; podrán ser
padre e hija.
-Pero no basta con dos -protestó Anita-. Aquí
tengo el chaleco viejo de mi hermano. ¿No
podría trabajar también?
-Desde luego; ya tiene la edad suficiente para
ello -asintió el padrino.
-Será el galán. No lleva nada en los bolsillos;
esto es ya interesante, revela un amor
desgraciado. Y aquí están las botas del
cascanueces con espuelas y todo, ¡caramba, pues
no puede pavonearse y zapatear! Será el
pretendiente intempestivo, a quien la señorita
no puede sufrir. ¿Qué comedia prefieres?
¿Quieres un drama o una pieza de familia?
-¡Eso! -exclamó Ana-. A los demás les gusta
mucho. ¿Sabes una?
-¡Uf! ¡Ciento! -exclamó el padrino-. Las más
apreciadas son traducidas del francés, pero no
son propias para niñas. Hay una que es preciosa,
aunque en el fondo todas se parecen. ¡Agito el
saco! ¡Flamante! ¡Son completamente nuevas!
Fíjate sino en él cartel.
Y el padrino, cogiendo un periódico, hizo como
que leía en alta voz: «El Cabeza de Pipa y la
buena cabeza. Comedia de familia, en un acto».
Reparto:
Señor Cabeza de Pipa, el padre.
Señorita Guante, la hija.
Señor Chaleco, el enamorado.
Señor de la Bota, pretendiente.
Y ahora, ¡a empezar! Se levanta el telón; como
no lo tenemos, figurémonos que ya está
levantado. Todos los personajes están en escena;
así los tenemos ya reunidos. Yo haré de padre
Cabeza de Pipa. Hoy está airado; ya se ve que es
espuma de mar ahumada:
-¡Tonterías y nada más que tonterías! Yo soy
el amo en mi casa. ¡Soy el padre de mi hija!
Atención a lo que digo. El Señor de la Bota es
persona muy distinguida, tafilete por encima y
espuelas abajo. Se casará con mi hija.
-Atiende al Chaleco, Anita -dijo el padrino.
Ahora habla el Chaleco. Tiene el cuello vuelto,
es muy modesto, pero conoce su valor y está en
su derecho al decir lo que dice:
-Soy una persona intachable, y la bondad cuenta
mucho. Soy de seda auténtica y llevo cordones.
-Sólo los lleva el día de la boda; y cuando lo
lavan, pierde el color -Esto lo dice el Señor
Cabeza de Pipa-. El Señor de la Bota es
impermeable, de cuero resistente, y, sin embargo,
muy suave; puede crujir, chacolotear con las
espuelas, y tiene cara de italiano.
-Deberían hablar en verso -dijo Anita-.
Quedaría mucho más bonito.
-No hay inconveniente -asintió el padrino-.
Cuando el público lo manda, se habla en verso.
Fíjate ahora en la señorita Guante, que
extiende los dedos:
Antes quedar solterona
que casarme con esta persona.
¡Ay, no lo quiero!
¡Oíd cómo se me rompe el cuero!
-Tonterías.
Esto lo dice el señor Cabeza de Pipa. Oigamos
ahora al Chaleco:
Guante, de ti me habría enamorado, aunque en
España te hubiesen fabricado.
Holger Dranske lo ha jurado.
El señor de la Bota protesta, hace sonar las
espuelas y derriba tres bastidores.
-¡Magnífico! -palmotea la pequeña Anita.
-¡Cállate, cállate! -dice el padrino-. El
aplauso mudo demuestra que tú eres un público
ilustrado, sentado en las primeras filas. Ahora
la señorita Guante canta su gran aria:
Mi voz se quiebra de emoción,
y me saldrá un gallo del corazón.
¡Quiquiriquí, cantan en el balcón!
-Ahora viene lo más emocionante, Anita. Es lo
principal de la obra. ¿Ves? El señor Chaleco se
abotona, y te dirige su discurso para que lo
aplaudas; pero no lo hagas, es más distinguido.
Escucha cómo cruje la seda: «¡Me empujan a una
acción extrema! ¡Guárdese! Ahora viene la
intriga: si usted es Cabeza de Pipa, yo soy la
buena cabeza. ¡Paf! ¡Desaparecido!». ¿Ves,
Anita? -dijo el padrino-. La escenificación y la
obra son estupendas; el señor Chaleco agarró al
viejo Cabeza de Pipa y se lo metió en el
bolsillo. Allí está, y el Chaleco dice: «Ahora
lo tengo en el bolsillo, en el bolsillo más
hondo. No saldrá de él hasta que me prometa
unirme a su hija, Guante Izquierdo. Yo le ofrezco
la derecha».
-¡Qué bonito! -exclamó Anita.
Ahora contesta el viejo Cabeza de Pipa:
A pesar de ser todo oído,
me quedé tonto y sin eco.
Mi buen humor se ha perdido
y echo a faltar mi tubo hueco.
¡Ay! nunca me sentí tan infeliz como aquí.
Vuélveme a la luz, y al instante
te casaré con mi hijita Guante.
-¿Se ha terminado? -preguntó Anita.
-¡Dios nos libre! -contestó el padrino-. Sólo
ha terminado para el señor de la Bota. Los
enamorados se arrodillan; Lino canta:
¡Padre!
Y el otro:
¡Ya puedes salir
y a tus hijos bendecir!
Les echa la bendición, se celebra la boda y los
muebles cantan a coro:
¡Knik, knak, knak!
Gracias, público amado.
La comedia ha terminado.
-Y ahora nosotros a aplaudir -dijo el padrino-.
Así saldrán todos a escena, incluso los muebles.
Son de caoba.
-¿Crees que nuestra comedia es tan buena como la
que han visto los otros en el teatro de verdad?
-¡Mucho mejor! -dijo el padrino-. Es más corta,
no ha costado un céntimo, y nos ha ayudado a
esperar la hora de la merienda.
FIN
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