Había una vez una niña
llamada Caperucita Roja. Su mama, que sabía
coser muy bien, le había hecho una caperuza roja
para que estuviera calentita y protegida del
viento y como a la niña le gustaba mucho la
llevaba a todos los dias, por lo que todo el
mundo la llamaba así.
Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa
de su abuelita porque estaba enferma, para que le
llevara en una cesta pan, chocolate, azúcar y
dulces.
Su mamá le dijo: no te apartes del camino de
siempre, ya que en el bosque hay lobos y es muy
peligroso.
Caperucita iba cantando por el camino que su
mamá le había dicho y , de repente, se
encontró con el lobo y le dijo:
-Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas tu tan
bonita ?.
-A casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate,
azúcar y dulces.
-¡Vamos a hacer una carrera!- Le dijo el lobo
-Te dejaré a ti el camino más corto y yo el
más largo para darte ventaja.
Caperucita aceptó pero ella no sabía que el
lobo la había engañado.
El lobo llegó antes a la casa de la abuelita y
se comió a la pobre ancianita.
Cuando Caperucita llegó, llamó a la puerta:
-¿Quién es?, dijo el lobo vestido con las ropas
de la abuelita.
-Soy yo, dijo Caperucita. Pasa, pasa nietecita.
Cuando Caperucita vio a su abuelita se
sorprendió con su aspecto :
-Abuelita, qué ojos más grandes tienes, dijo la
niña extrañada.
-Son para verte mejor.
-Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes
tienes.
-Son para oírte mejor.
-Y qué nariz tan grande tienes.
Es para olerte mejor.
-Y qué boca tan grande tienes.
¡Es para comerte mejor!.
Caperucita empezó a correr por toda la
habitación y el lobo tras ella.
Pasaban por allí unos cazadores y al escuchar
los gritos se acercaron con sus escopetas y sus
cuchillos de caza. Uno de ellos le dió un golpe
muy fuerte al lobo feroz en la cabeza y el lobo
cayó al suelo desmayado. El cazador cogió su
cuchillo y le abrió la panza al lobo sacando a
la abuelita de Caperucita, que aún estaba viva y
para darle un escarmiento al lobo le lleno la
barriga de piedras y le volvió a coser la
barriga. Después de esto se fueron
apresuradamente de allí.
Al cabo de un rato el lobo despertó y sintió
una terrible sed y se fue corriendo al rio a
beber agua pensando que la pesadez de su barriga
era por la abuela de Caperucita. Al acercarse a
la orilla, la barriga le pesaba tanto tantísimo
que se tambaleó y cayó al agua, ¡ y se ahogó
!.
.
Caperucita después de este susto aprendió la
lección y núnca jamás volvió a desobedecer a
su mamá.