Él Hada
soberana de las cumbres invito un dia a todas las
hadas de las nieves a una fiesta en su palacio.
Todas acudieron envueltas en sus capas de armiño
y guiando sus carrozas de escarcha. Pero una de
ellas, Alba, al oir llorar a unos niños que
vivian en una solitaria cabaña, se detuvo en el
camino.
El hada entro en la pobre casa y encendio la
chimenea. Los niños, calentan-dose junto a las
llamas, le contaron que sus padres hablan ido a
trabajar a la ciudad y mientras tanto, se morian
de frío y miedo.
-Me quedare con vosotros hasta el regreso de
vuestros padres -prometio ella.
Y así lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa
por el castigo que podía imponerle su soberana
por la tardanza, olvido la varita mágica en el
interior de la cabaña. El Hada de las cumbres
contemplo con enojo a Alba.
Cómo? ,No solo te presentas tarde, sino que
ademas lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen
castigo!
Las demas hadas defendian a su compañera en
desgracia.
-Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado,
sí, pero por su buen corazon, el castigo no sera
eterno. Solo durara cien años, durante los
cuales vagara por el mundo convertida en ratita
blanca.
Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita
muy linda y de blancura des-lumbrante, sabed que
es Alba, nuestra hadíta, que todavia no ha
cumplido su castigo