En una
bonita casa del bosque vivía mamá cabra con sus
siete cabritillos. Una mañana mamá cabra le
dijo a sus hijos que tenía que ir a la ciudad a
comprar y de forma insistente les dijo: Queridos
hijitos, ya sabéis que no tenéis que abrirle la
puerta a nadie. Vosotros jugad y no le abráis a
nadie. ¡Sí mamá. No le abriremos a nadie la
puerta. La mamá de los cabritillos temía que el
lobo la viera salir y fuera a casa a comerse a
sus hijitos. Ella, preocupada, al salir por la
puerta volvió a decir: Hijitos, cerrar la puerta
con llave y no le abráis la puerta a nadie,
puede venir el lobo. El mayor de los cabritillos
cerró la puerta con llave.
Al ratito llaman a la puerta. ¿Quién es?, dijo
un cabritillo. Soy yo, vuestra mamá, dijo el
lobo, que intentaba imitar la voz de la mamá
cabra. No, no, tú no eres nuestra mamá, nuestra
mamá tiene la voz fina y tú la tienes ronca. El
lobo se marchó y fue en busca del huevero y le
dijo: Dame cinco huevos para que mi voz se aclare.
El lobo tras comerse los huevos tuvo una voz más
clara. De nuevo llaman a la puerta de las casa de
los cabritillos. ¿Quién es?. Soy yo, vuestra
mamá. Asoma la patita por debajo de la puerta.
Entonces el lobo metió su oscura y peluda pata
por debajo de la puerta y los cabritillos dijeron:
¡No, no! tú no eres nuestra mamá, nuestra
mamá tiene la pata blanquita. El lobo enfadado
pensó: Qué listos son estos cabritillos, pero
se van a enterar, voy a ir al molino a pedirle al
molinero harina para poner mi para muy blanquita.
Así lo hizo el lobo y de nuevo fue a casa de los
cabritillos. ¿Quién es?, dice un cabritillo.
Soy yo, vuestra mamá. Enseña la patita por
debajo de la puerta. El lobo metió su pata,
ahora blanquita, por debajo de la puerta y todos
los cabritillos dijeron: ¡Sí, sí! Es nuestra
mamá, abrid la puerta. Entonces el lobo entró
en la casa y se comió a seis de los cabritillos,
menos a uno, el más pequeño, que se había
escondido en la cajita del reloj.
El lobo con una barriga muy gorda salió de la
casa hacia el río, bebió agua y se quedó
dormido al lado del río. Mientras tanto mamá
cabra llegó a casa. Al ver la puerta abierta
entró muy nerviosa gritando: ¡Hijitos, dónde
estáis! ¡ Hijitos, dónde estáis!. Una voz muy
lejana decía: ¡Mamá, mamá!. ¿Dónde estás,
hijo mío?. Estoy aquí, en la cajita del reloj.
La mamá cabra sacó al menor de sus hijos de la
cajita del reloj, y el cabritillo le contó que
el lobo había venido y se había comido a sus
seis hermanitos. La mamá cabra le dijo a su
hijito que cogiera hilo y una aguja, y juntos
salieron a buscar al lobo. Le encontraron
durmiendo profundamente. La mamá cabra abrió la
barriga del lobo, sacó a sus hijitos, la llenó
de piedras, luego la cosió y todos se fueron
contentos. Al rato el lobo se despertó: ¡Oh¡
¡Qué sed me ha dado comerme a estos cabritillos!.
Se arrastró por la tierra para acercarse al río
a beber agua, pero al intentar beber, cayó al
río y se ahogó, pues no podía moverse, ya que
su barriga estaba llena de muchas y pesadas
piedras. Al legar a casa, la mamá regañó a los
cabritillos diciéndoles que no debieron
desobedecerla, pues mira lo que había pasado.