La
Tortuga Cloe
Había una
vez una jovencita tortuga de agua de apenas un
año llamada Cloe que vivía en un estanque junto
a sus padres y otras tortugas. En total eran 8
tortugas que a lo largo de los años se habían
hecho muy amigas compartiendo el lindo estanque.
Junto a ellas vivían tres ranitas y seis peces
de colores, todos ellos cuidados y alimentados
por el anciano señor Rosendo .
Una mañana la tortuga Cloe sintió la necesidad
de conocer el mundo que la rodeaba y decidió
partir en busca de aventuras.
Guiada por el impulso aventurero escaló las
rocas que rodeaban el estanque agarrándose con
sus largas uñas, mientras sus papas y sus amigas
tortugas y las ranitas le gritaban
- ¡¡ No !! ¡¡ no te vayas vuelve con nosotros
!!
Cloe no les hizo ningún caso y cuando quiso
darse cuenta estaba ya a dos metros del estanque.
Miró a su alrededor; el jardín de la vieja casa
estaba algo descuidado y las malas hiervas
crecían alrededor del estanque. Cloe estiró el
cuello todo lo que pudo y vio una vieja puerta de
hierro al final de un camino de piedras. Se
dirigió hacia el camino dispuesta a surcarlo
hasta llegar a la puerta.
Una vez alcanzó la puerta se dio cuenta de que
ésta estaba cerrada y mirando a su alrededor se
dio cuenta de que no podía salir del jardín.
Cloe se quedó mirando hacia fuera a través de
los barrotes de hierro forjado, suspirando
mientras pensaba
- Caramba, he hecho todo esto para nada, porque no
voy a poder salir de este jardín.
De repente una liebre silvestre se acercó a la
puerta y saludo a la tortuga Cloe.
- Hola - dijo la liebre.
- Hola ¿ cómo estás ? - saludo Cloe.
- Muy bien - respondió la liebre - estoy
buscando comida para mis adorados hijitos que
están esperándome en la madriguera. Es
peligroso porque hay cazadores por esta zona,
pero no me importa ya que tengo que dar de comer
a mis pequeños ¡ Los amo tanto ! - dijo la
liebre sonriendo.
La liebre pegó un ágil saltito y se alejó
veloz por el prado.
Pasaron unos minutos y un ratoncito de campo se
acercó a la puerta.
- hola - dijo Cloe mirando al gracioso ratoncito
- ¿ qué haces ?
- Hola - respondió el ratoncito - estoy jugando
al escondite con mis amigos ¡ es tan divertido !
me encanta jugar con mis amigos.
El ratoncito giró la cabeza hacia ambos lados y
salió corriendo a esconderse bajo unas rocas.
Cloe siguió contemplando el campo a través de
la puerta, pensativa, con la mirada fija el una
vieja encina que había unos metros más allá,
en la vereda de un camino. De repente vio caerse
de una rama un pequeño pajarillo. éste intento
volar pero sus jóvenes alas no lo conseguían.
El pajarito asustado se acercó a la puerta.
- Hola ¿ has visto a mi mama ?
- No - respondió Cloe
- Tengo miedo - fijo el pajarito - quiero ir con
mi mama, se estaba tan bien en el nido con mis
papas y mi familia- añadió suspirando.
Una linda pajarita de hermosos colores se acercó
al pajarito.
- ¡ Mama ! - exclamó el pequeño - ¡ qué bien
que estés aquí ! tenía miedo de no volver a
verte - dijo mientras se acurrucaba entre sus
plumas. La mama del pajarito, atenta y paciente,
enseño al pajarito a mover sus alas bajo la
atenta mirada de la tortuguita Cloe y casi de
forma milagrosa el pequeño pajarito echó a
volar y Cloe vio como se dirigía al nido
siguiendo a su madre.
A cloe le invadió una gran melancolía. Pensaba
en la valiente liebre dispuesta a poner en riesgo
su vida para alimentar a sus pequeños, recordaba
lo feliz que se veía el ratoncito jugando con
sus amigos y suspiraba de alivio al saber que el
pequeño pajarito estaba a salvo de nuevo en el
nido con su familia.
De repente Cloe giró la cabeza por encima de su
concha, escuchando a lo lejos en ruido del agua
al caer entre las piedras del estanque.
- ¿ Donde voy a estar mejor que en mi casa con
mis padres y mis amigos ? - se preguntó - y
girando su cuerpecito se dirigió de nuevo hacia
el estanque.
Clavando las uñas se encaramó por el pequeño
murete de piedras que rodeaba el estanque y
llegó a lo alto de una piedra desde donde se
divisaba el pequeño estanque. Sus padres y sus
amigas estaban nadando en el agua o tomando el
sol sobre los viejos troncos, Cloe los miro a
todos feliz y sonriente.
- ¡ Estoy aquí ! - grito.
Las tortugas, las ranas y los peces se giraron
sobresaltados y al ver a Cloe se pusieron muy
pero que muy contentos. Los papas de Cloe
lloraban de alegría, sus amigas hacían piruetas
en el agua celebrando su regreso y los peces de
colores batían sus aletas aplaudiendo.
- ¡ Qué bien que hayas vuelto ! - Gritaban
todos felices.
La pequeña Cloe descendió por la piedra, se
acercó s sus papas dándoles un sonoro beso y
saltó al agua jugando feliz con todos sus amigos.
Desde ese día Cloe supo que donde mejor estaba
es junto a aquellos que la quieren.
Autor :
Merce Jou
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