El bebe
cerdito
¿Te gustaría que te cuente la visita de
Alicia a la Duquesa? Puedes creerme que
fue una visita de lo más importante.
Naturalmente, Alicia empezó por llamar a
la puerta: pero no apareció nadie, y
tuvo que abrirla ella misma.
La puerta conducía directamente a la
cocina. La Duquesa estaba sentada en el
centro de la habitación, cuidando al
Bebé. El Bebé berreaba. La sopa hervía.
La Cocinera estaba removiendo la sopa. El
Gato --era un Gato de Cheshire-- sonreía,
como lo hacen siempre los gatos de
Cheshire. Todas estas cosas estaban
ocurriendo en el momento en que Alicia
entró.
La Duquesa tiene un sombrero y un vestido
muy bonitos ¿verdad? Pero me parece que
la cara ya no la tiene tan bonita.
El Bebé --bueno, seguro que has visto
varios bebés más guapos que éste; y
con mejor genio, también. Sin embargo,
fíjate bien en él, ¡y veremos si le
reconoces la próxima vez que te reúnas
con él!
La Cocinera, bueno, a lo mejor has visto
cocineras más simpáticas que ésta,
quizá una o dos.
¡Pero estoy casi seguro de que nunca has
visto un Gato mejor que éste! ¿A que no?
¿A que te gustaría tener un Gato
igualito que éste, con esos preciosos
ojos verdes y esa sonrisa tan dulce?
La Duquesa estuvo muy grosera con Alicia.
No es nada extraño. Incluso llamaba
«¡Cerdo!» a su propio Bebé. Y no era
un Cerdo ¿verdad? La Duquesa ordenó a
la Cocinera que le cortara la cabeza a
Alicia, aunque naturalmente la Cocinera
no le hizo caso; ¡y para terminar le
tiró el Bebé a Alicia! Así que Alicia
cogió el Bebé y se marchó con él, y a
mí me parece que hizo muy bien.
De manera que Alicia echó a andar por el
bosque, llevando consigo a aquel niño
tan feo. Y buen trabajo que daba
aguantarlo en brazos, porque no hacía
más que moverse. Pero por fin descubrió
cómo sujetarlo bien: había que
agarrarlo muy fuerte del pie izquierdo y
la oreja derecha.
¡Pero tú no sujetes nunca a un Bebé de
esa manera! ¡Son muy pocos los que
prefieren ser tratados así!
Bueno, el caso es que el Bebé seguía
gruñendo y gruñendo, y Alicia tuvo que
decirle, muy seriamente, «Mira, rico, si
te vas a convertir en un cerdo, no quiero
saber más de ti. ¡Así que te den
cuidado!».
Por fin le miró la cara, y ¿qué crees
que le había ocurrido?
«Pero ese no es el Bebé que cuidaba
Alicia, ¿no?»
¡Ah, ya sabía yo que no le ibas a
reconocer, aunque te dije que te fijaras
bien! Sí señor, es el Bebé. ¡Y ahora
se ha convertido en un Cerdito!
Entonces Alicia lo puso en el suelo y le
dejó trotar hacia el bosque y pensó:
«Era un Bebé feísimo; pero como Cerdo
resultaba bastante guapo, eso creo yo».
¿No crees que ella tenía razón?
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