El
duendecito lector
En las afueras de la ciudad, escondida
entre los arboles y al lado de un
pequeño riachuelo, se encontraba una
pequeña casita, que cambiaba de colores
dependiendo de lo que su único habitante
estuviera sintiendo mientras leía.
El habitante de la casita era un duende
al que sus amiguitos llamaban el
duendecito lector, pues le gustaba mucho
leer.
El duendecito se llamaba Adrian, y cada
mañana se levantaba muy temprano para
cumplir con sus tareas diarias, y asi
finalizar temprano en la tarde para
sentarse a leer en su sillón acompañado
siempre por una gran taza de chocolate
caliente.
Los amiguitos de Adrian se encontraban
molestos con él, y no lo habían vuelto
a invitar a las fiestas y paseos que
organizaban cada fin de semana, pués el
duendecito lector no tenía otro interés
que no fuera la lectura, y siempre
rechazaba las invitaciones con gran
amabilidad, diciendo que debía terminar
de leer un libro muy interesante.
Pero a pesar de su gran clase y estilo,
sus amigos se sentían muy heridos por
sus constantes negativas a acompañarlos
en sus celebraciones y decidieron
ignorarlo.
Pero en realidad, Adrian tenía una gran
motivación para quedarse en casa cada
tarde
al regresar de su trabajo.
Un día, mientras Adrian se encontraba
trabajando en la aldea, dos de sus
amiguitos se acercaron a su casa pues
querían descubrir cuales eran esos
libros tan interesantes por el que el
duendecito lector
los había abandonado.
Comenzaron a caminar alrededor de la
casita, y se acercaron a las ventanas.
Los cristales estaban tan límpios que
reflejaban la luz del sol de tal manera
que les impedía ver hacia adentro.
- Te has dado cuenta de que cada vez que
Adrian está en la aldea la casita se
pone de color blanco?
- Si. Y cuando está en su salita leyendo
cambia de color para convertirse en una
casita roja, verde, azul , morada,o
naranja
.
- Si, si, si, no tienes que nombrar todos
los colores. Ya te entiendo.
Entonces decidieron caminar hacia el otro
lado de la casa, donde los árboles
brindaban mucha sombra . Al asomarse en
la pequeña ventana quedaron enormemente
sorprendidos.
Las paredes de la habitación estaban
repletas de libros de todos los colores y
tamaños. Pequeñas lucecitas doradas
iluminaban cada uno de los estantes, y
montones de escarcha multicolor saltaban
de un libro a otro alegremente.
Los libros estaban clasificados en
diferentes temas los cuales se podían
leer fácilmente en el tope de cada
estanteria. Aventuras, ciencia, historia,
cuentos, magia, medicina, física, juegos,
la vida en el bosque, la vida en la
ciudad, la cocina saludable, horticultura,
y así continuaba la gran clasificación
de libros de la cual el duendecito lector
era dueño.
- Pero, de dónde sacará Adrian todos
estos libros?
- Qué misterio!
Los duendecitos corrieron a contarle a
los demás sobre su hallazgo, y esa noche,
todos sentaditos alrededor de una gran
olla de sopa caliente, comieron y
pensaron sobre la mejor manera de
descubrir el gran secreto de su amiguito,
sin que éste se diera cuenta.
Al día siguiente en la tarde, cuando
Adrian regresó a su casita, abrió la
puerta y entró sin darse cuenta de que
sus amiguitos lo estaban observando desde
las ramas de los árboles.
Durante varios minutos se mantuvieron muy
quietos y en silencio. Diez minutos más
tarde,una llovizna comenzó a caer sobre
el bosque. Todos los duendecitos se
acurrucaron entre las hojitas de los
árboles, pués no desistirian en su
empeño de descubrir lo que su amiguito,
el duendecito lector, les estaba
ocultando. Ellos deseaban que formara de
nuevo parte del grupo y de sus
actividades y harían todo lo posible por
lograrlo.
Mientras la suave lluvia caía, Adrian
salió de su casita y se paró en el
jardín a mirar hacia el cielo.
De pronto, la lluvia cesó y un bello
arcoiris se inició a lo lejos para
finalizar sobre las flores del jardín
del duendecito lector, quien se agachó
para recoger un precioso libro de color
rojo que había llegado con el arcoiris.
Adrian se apresuró a su casa con el gran
libro entre sus brazos. Al entrar, la
casita se tornó de color rojo, idéntico
al del libro que acababa de recibir.
Los duendecitos saltaron de las ramas y
corrieron hacia las ventanitas y todos se
detuvieron al ver como la casita se ponia
de color rojo.
Continuaron y al asomarse por las
ventanitas, vieron a Adrian leyendo su
nuevo libro con una expresión de gran
felicidad en su rostro.
Una hora más tarde, se puso su pijamita
y se metió en su camita a dormir. Al
instante, la casita se tornó de un color
azul celeste que transmitió una gran paz
a todos los duendecitos.
Los duendecitos entraron de puntillas y
descubrieron a Adrian con un gran libro
azul celeste sobre su pecho, pués se
habia dormido mientras lo leía. El libro
se llamaba Todo sobre la Amistad y
el Compañerismo.
Los duendecitos admiraron extasiados la
gran cantidad de preciosos y variados
libros que Adrian poseía y se despertó
una chispa de interés
en cada uno de ellos sobre el contenido
de tan amplia biblioteca.
Medio adormecido, el duendecito lector
salió de su habitación y con cierta
verguenza les dijo.
Amiguitos, les debo una disculpa por mi
comportamiento. Me dejé llevar
por la maravilla de los conocimientos que
estos libros me han brindado,
pero hace un rato, antes de dormirme,
leí mi libro sobre la amistad y
me di cuenta de que aunque leer es muy
importante, ustedes también
lo son.
A través de la lectura he aprendido que
podemos hacer todas las cosas que
queremos sin que sea necesario descuidar
a nuestros seres queridos. Todo se puede
hacer si nos organizamos bien y nos damos
tiempo para las cosas importantes, como
son el compartir y el disfrutar de la
lectura y todas las cosas que nos gusten
y nos hagan felices.
- Me perdonan?
- Si!!! Gritaron todos los duendecitos y
corrieron todos a abrazar a su gran
amiguito.
Entonces los duendecitos hicieron un plan
maravilloso. Dos veces a la semana,se
reunirían en la casita de Adrian para
leer y disfrutarian juntos de la
maravilla de aprender. Y de ahí en
adelante, el duendecito lector, aceptaria
las invitaciones de sus amiguitos.
De pronto se abrió la puerta que daba
hacia el jardin
y un bellísimo arcoiris llegó hasta los
duendecitos.
Todos corrieron agarraditos de las manos
y lo atravesaron
entre risas y expresiones de alegría.
Ya habían descubierto el secreto de
Adrian. Al
final del arcoiris se encontraba una gran
sala
de fino mármol blanco con inmensas
estanterias
llenas de todas clases de libros
igualmente
rodeados de escarchas saltarinas
multicolores.
En el centro muchísimas mesas con
lectores
silenciosos sumergidos en sus textos,
todos
de diferentes y desconocidos lugares de
extrañas procedencias.
Las bibliotecas habían sido clasificadas
en idiomas, inglés, francés, español,
alemán, japonés, y todas las demás
lenguas
del planeta tierra, pero también
existían
estanterias clasificadas con idiomas
desconocidos
para los duendecitos, quienes con gran
curiosidad
se acercaban para a intentar entender sus
orígenes.
Al final de la tarde, Adrian y sus
amiguitos
regresaron muy cansados a sus casitas, y
todo volvió a ser como antes. Pero ahora
todos
comprendian la importancia y la belleza
de la
amistad y de la lectura.
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