La
bola de nieve
Había una
vez un copo de nieve recién nacido que cayó del
cielo, ondulante, blanco y brillante, muy hermoso.
Al posar en el suelo, vio con júbilo y alegría
que estaba junto a otros copos de nieve iguales a
él. Estaba feliz formando parte de aquel manto
blanco que cubría la loma de la montaña.
Pasaron los días y el pequeño copo de nieve ya
era todo un veterano en la montaña, disfrutando
del paisaje y disfrutando del viento que le
acariciaba.
Una mañana algo hizo sobresaltarse al pequeño
copo de nieve. Todos los pequeños copos de nieve
que había junto a él también se alarmaron. Era
como un temblor, algo se movía, algo extraño
estaba pasando - ¿ un terremoto ? - pensaron.
Había nevado recientemente y nuevos copos de
nieve habían caído sobre los que ya habitaban
la montaña, los cuales se enfadaron porque estos
nuevos copos de nieve les ocultaban las vistas
del valle, así que los empujaban constantemente
- ¡ apártate ! - les decían - ¡ no me dejas
ver! - . Se pasaban el día peleando, era un
auténtico alboroto constante.
Así ocurrió que tanto los antiguos copos de
nieve como los recién caídos, no se llevaron
nada bien, por lo que en lugar de unirse y formar
una nueva familia de copos de nieve unidos y bien
avenidos, se mantenían separados. Aquello
provoco que las dos capas de nieve formadas por
los viejos copos de nieve y los nuevos recién
llegados, de repente se separaran hasta tal punto
que la capa de nieve recién caída comenzó a
resbalar por la ladera, arrastrando también a su
paso a parte de la ya veterana capa de copos de
nieve antiguos.
¡¡ Era una avalancha !!
Sin darles tiempo a reaccionar se encontraron
deslizándose a gran velocidad ladera abajo y el
pequeño copo de nieve se asustó.
- ¡¿ Que está pasando ? !- grito
- ¡ Estamos cayendo montaña abajo ! - le grito
un copo de nieve mientras lo adelantaba a gran
velocidad - eso nos pasa por no aceptar a los
nuevos y estar siempre peleando !
- ¡ Dame la mano ! - grito el pequeño copo de
nieve.
Ambos copos de nieve, con gran esfuerzo,
consiguieron darse la mano sujetándose el uno al
otro con fuerza y en su camino iban sujetando a
todos los copos de nieve que se encontraban a su
paso sin importar si eran nuevos o viejos, pues
estaban tan asustados que aquello ya no tenia
importancia para ellos. Tanto viejos copos como
los recién caidos iban formando una piña de
asustados y aturdidos copitos de nieve formando
algo parecido a una blanca bola de helado de nata
que comenzó a rodar montaña abajo.
La pequeña bola de nieve seguía su camino hacia
el valle, sin descanso, rodando cada vez más
deprisa y nuevos copos de nieve se agarraban y
agarraban los unos a los otros formando a cada
vuelta una bola mayor.
Al cabo de unas cuantas vueltas y siendo ya la
bola grande como una pelota de playa de repente
alguien dijo
- ¡ Que divertido !
Todos se miraron los unos a los otros y soltando
una estruendosa carcajada exclamaron.
- ¡ Sí ! ¡ no tenemos nada que temer ! ¡esto
es muy divertido !
- ¡ Yupiiiiiiiiii ! - gritaban todos mientras
giraban y giraban pasándoselo en grande.
Entre risas y chillidos de diversión, todos los
copos de nieve continuaron su emocionante caída
rodando por la ladera, era lo más divertido que
habían hecho nunca y lo habían hecho todos
juntos.
Al llegar al pie de la montaña, la bola de nieve
fue deteniéndose poco a poco hasta quedar
completamente parada sobre un alborotado manto de
nieve disperso por el alud. Todos los copos de
nieve respiraron profundamente totalmente
extasiados de tantas emociones.
- ¡Esto ha sido de lo más alucinante ! - decia
uno - ¡ si !, ha sido una auténtica pasada ! -
exclamaba otro.
Nuestro pequeño copo de nieve les dijo con la
voz entrecortada por la excitación de aquel
momento tan divertido.
- Esto lo hemos conseguido estando todos unidos.
Unidos podemos disfrutar de buenos momentos y
estoy seguro que conseguir cualquier cosa que nos
propongamos. Nos pasábamos el día peleando y
hemos causado una avalancha, que por suerte, nos
ha enseñado que, como siempre, ¡ la unión hace
la fuerza !
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Autor :
Merce Jou
|