La
Nuez de Oro
La linda María,
hija del guardabosques, encontró un día
una nuez de oro en medio del sendero.-
Veo que has encontrado mi nuez.
Devuélvemela -dijo una voz a su espalda.María
se giró y se encontró frente a un ser
diminuto, flaco, vestido con jubón
carmesí y un puntiagudo gorro. Podría
haber sido un niño por el tamaño, pero
por la astucia de su rostro comprendió
la niña que se trataba de un duendecillo.-
Vamos, devuelve la nuez a su dueño, el
Duende del Bosque - insistió,
inclinándose con burla.- Te la
devolveré si sabes cuantos pliegues
tiene en la corteza. De lo contrario me
la quedaré, la venderé y podré comprar
ropas para los niños pobres, porque el
invierno es muy crudo.- Déjame pensar...,
¡tiene mil ciento y un pliegues!María
los contó. ¡El duendecillo no se había
equivocado! Con lágrimas en los ojos,
extendió el brazo para darle la nuez.-Guárdala
- le dijo entonces el duende: tu
generosidad me ha conmovido. Cuando
necesites algo, pídeselo a la nuez de
oro.Sin más, el duendecillo desapareció.Misteriosamente,
la nuez de oro procuraba ropas y
alimentos para todos los pobres de la
comarca. Y como María nunca se separaba
de ella, en adelante la llamaron con el
encantador nombre de Nuez de Oro
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