El
Reflejo
Cuando murió Narciso las
flores de los campos quedaron desoladas y
solicitaron al río gotas de agua para llorarlo.
-¡Oh! -les respondió el río- aun cuando todas
mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas,
no tendría suficientes para llorar yo mismo a
Narciso: yo lo amaba.
-¡Oh! -prosiguieron las flores de los campos- ¿cómo
no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.
-¿Era hermoso? -preguntó el río.
-¿Y quién mejor que tú para saberlo? -dijeron
las flores-. Todos los días se inclinaba sobre
tu ribazo, contemplaba en tus aguas su belleza...
-Si yo lo amaba -respondió el río- es porque,
cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus
ojos el reflejo de mis aguas.
FIN
Cuentos de Oscar Wilde
. Cuentos
Infantiles
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