La casa de la alegria
Ana tenía
cincuenta y dos años, sólo tenía una hija y se
había quedado recientemente viuda, ya que su ex
marido había muerto hacía más bien poco. No
encontraba consuelo en su vida, y se pasaba todo
el tiempo lamentándose de todo lo que le había
ocurrido, su carácter era irritante, no paraba
de gritar a todo el mundo, y todas sus amigas se
sentían incomodas a su lado por la actitud que
tenía.
El martes, después de haber ido a la Iglesia a
rezar un rato, cómo tantas veces su amiga
Carolina le había sugerido, abrió el buzón y
encontró un cuaderno manuscrito, que llevaba por
título, Para quien desee realmente ser
feliz, lean mis páginas y sigan los consejos que
en ellas enumero, Ana odiaba la lectura,
pero aquel cuaderno de páginas de seda, le llamo
la atención.
¿Quién me habrá mandado este libro tan
extraño?, tal vez sea un error y sea para alguna
otra vecina.
Al abrirlo vio en la página una pequeña tarjeta
de color rosa chicle, y escrito en letra
mayúscula:
ESTE LIBRO ES PARA ANA DEL TERCERO B, DE LA
CUARTA PLANTA
Pues entonces es para mí el libro, ahora en
cuánto llegue a mi casa lo leeré.
Primera página, título ¿Qué imagen tienes de
ti misma?
Buena pregunta, pues no estoy mal supongo para la
edad que tengo y para lo que me ha pasado en la
vida.
Ahora mírate en el espejo, y haz una foto mental
de este momento, porque si decides continuar
leyendo este libro y siguiendo estos consejos tu
vida no será jamás igual.
Ana , se miró en el espejo de cuerpo entero que
tenía en el armario de su dormitorio, aunque
decía siempre que estaba muy bien para su edad,
realmente se sentía derrotada y hundida por la
vida que le había tocado vivir.
Ya en frente del espejo cerró los ojos como le
pedía el libro, y contó hasta siete mientras
realizabas las respiraciones que venían escritas
en esa página.
Desmaquíllese, recójase el pelo y póngase un
chándal y unas zapatillas hay mucho que hacer.
Ahora piense en esa amiga, que siempre se ofrece
para arreglarla y a la que usted todavía no ha
hecho caso.
Era cierto lo que le decía el libro , su amiga
Carolina se había ofrecido en multitud de
ocasiones para ayudarla a sentirse físicamente
bien consigo misma, tal vez este era el día
indicado para hacerle esa visita que había
estado constantemente posponiendo.
Carolina vivía en otro barrio, no muy lejos del
suyo, pulso el timbre y salió ella como siempre
sonriendo.
¿Cómo has podido venir con estas pintas?, ven
para acá para que te arregle.
Su amiga le cortó el pelo, y se lo cambió de
color le dejó un traje de chaqueta que le
sentaba fenomenal. La verdad es que ese libro la
estaba empezando a ayudar y eso que sólo llevaba
una página nada más, siguió leyendo, y cómo
le pedía fue a despedirse de su amiga y se fue a
comer fuera de casa. No era una costumbre que
solía hacer mucho , porque no tenía trabajo,
pero había leído al pasar por un bar, que ese
día ponían un plato de arroz gratis solo
pagando una consumición, en ese momento continuo
con el libro.
Ahora tiene que conseguir un trabajo que
realmente le guste, como probablemente usted se
pregunte para que sirva, le sugiero que en una
hoja aparte vaya escribiendo las cosas que le
gustan realmente.
Ana, adoraba las películas de terror, en su
lista aparecía algo que desconocía casi todo el
mundo, su hobby de escribir novelas del terror
bajo el seudónimo, la mujer sin alma.
Tenía una novela que se llamaba la niña
que no sabía amar, no se había dado
cuenta nunca que cerca de la casa de Carol,
había una editorial especializada en novelas de
terror. Tal vez, sólo tal vez si con ese nuevo
yo, que le proponía el libro se atrevería a ir
hasta allí. En el libro aparecía una
recomendación, usar el segundo nombre si se
tiene. Ella se llamaba Isabel de segundo, así
que fue a la editorial presentándose como Isabel
y dejando su libro a la secretaria.
Regreso a su pequeño apartamento y continúo
haciendo lo que le decía aquel libro mágico,
que parecía conocerla mejor que ningún
psicólogo de los que ella había visitado.
Llamo a su hermana Manuela, para decirle que
había cambiado de opinión y que al final
quería los muebles de la tienda de esta que no
había podido vender para su casa. Manuela era la
hermana pequeña de Ana, había tenido durante
más de quince años una tienda de muebles, con
el tema de la crisis había tenido que cerrarla,
pero se había ofrecido para regalarse los
muebles a su hermana. Al cabo de las dos horas,
vino el camión de la mudanza con todos los
muebles nuevos, durante estas dos horas, comenzó
a cambiar el color de las habitaciones por
colores alegres y optimistas.
Cada cambio que hacía , hacía que ella se
sintiera mejor consigo misma, al pasar en su
libro a la página siete , este le indicaba que
fuera a su habitación, y que contara la cuarta
fila, la baldosa número doce, y que cogiera un
folio en blanco y que copiara el teclado de una
calculadora. Cuándo lo hizo pulso la numeración
que le estaba indicando el libro, cuando termino
de poner la última cifra, su habitación se
convirtió en un jardín precioso con pájaros
que cantaban y que la llenaban de alegría.
En una pequeña roca de color azul, estaba
sentado un hombre muy apuesto, que en realidad
era el rey de reyes de lo visible e invisible.
Ya veo que has llegado a la página de las
baldosas, Ana es muy importante que cuando
vuelvas a tu mundo, cambies de verdad y de
corazón tu trato con lo demás, ya has estado un
ratito en mi casa, que es la casa de la alegría,
pero ya no podrás volver hasta el último de tus
días. Dependiendo de tu comportamiento podrás
volver, o marcharas al sitio de las almas
afligidas. Hay van todas aquellas almas,
que dándolo yo todas las oportunidades del mundo
no han querido nunca utilizarlas para llegar
aquí.
¿Y que he de hacer para volver aquí el último
de mis días?
Fácil, vivir, y estar atenta a todas las
señales que te mando para ser una persona alegre
y feliz. Eso sí, el libro me lo debes de volver,
te lo habían dejado mis pequeños ángeles para
que descubrieras tu verdadero potencial. Ahora
cuando vuelvas a casa, después de colocar todos
los muebles, recibirás una llamada, te ofrezcan
lo que te ofrezcan di que sí.
Y ahí empezaran de nuevo mis señales, cuídate
y sobre todo haz feliz a tu hija, igual que yo
aquí estoy haciendo feliz a la otra.
Cuando llego a casa, sonó el timbre era de la
editorial:
Buenas tardes, ¿hablo con Isabel Arévalo?
Sí, soy yo
Mira te llamaba para ofrecerte un contrato, no es
mucho dinero ya que mi editorial es pequeña,
pero me encantaría publicar tu historia.
Me encanta la idea, cuando tú me digas firmare
todos los papeles.
Ven esta tarde, mis abogados tendrán prepara el
contrato.
La nueva Ana, no podía creer todo el bien que le
había hecho ese libro, se sentía verdaderamente
feliz.
Y así pasado el tiempo, la escritora Isabel
Arévalo, después de muchos años de felicidad,
volvió a la casa de la Alegría y de nuevo
volvió a ver al Rey, que la recibió con una
gran sonrisa.
Ahora tienes aquí de nuevo el libro, tienes que
ir tu misma a meterlo en el buzón para un hombre
llamado Pablo, porque cuánto más seamos aquí
más grande será la casa de la
alegría.
FIN
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