Un
ratón campesino tenía por amigo a otro
de la corte, y lo invitó a que fuese a
comer a la campiña. Mas como sólo
podía ofrecerle trigo y yerbajos, el
ratón cortesano le dijo:
-- ¿ Sabes amigo, que llevas una vida de
hormiga ? En cambio yo poseo bienes en
abundancia. Ven conmigo y a tu
disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el
ratón ciudadano a su amigo trigo y
legumbres, higos y queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino,
bendecía a su amigo de todo corazón y
renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya
a darse un festín, un hombre abrió de
pronto la puerta. Espantados por el ruido
los dos ratones se lanzaron temerosos a
los agujeros. Volvieron luego a buscar
higos secos, pero otra persona
incursionó en el lugar, y al verla, los
dos amigos se precipitaron nuevamente en
una rendija para esconderse. Entonces el
ratón de los campos, olvidándose de su
hambre, suspiró y dijo al ratón
cortesano:
-- Adiós amigo, veo que comes hasta
hartarte y que estás muy satisfecho;
pero es al precio de mil peligros y
constantes temores. Yo, en cambio, soy un
pobrete y vivo mordisqueando la cebada y
el trigo, mas sin congojas ni temores
hacia nadie.
Es
tu decisión escoger el disponer de
ciertos lujos y ventajas que siempre van
unidos a congojas y sosobras, o vivir un
poco más austeramente pero con más
serenidad.
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