Dice
una leyenda que la hormiga actual era en
otros tiempos un hombre que, consagrado a
los trabajos de la agricultura, no se
contentaba con el producto de su propio
esfuerzo, sino que miraba con envidia el
producto ajeno y robaba los frutos a sus
vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este
hombre, le transformó en hormiga.
Pero aunque cambió de forma, no le
cambió el carácter, pues aún hoy día
recorre los campos, recoge el trigo y la
cebada ajenas y los guarda para su uso.
Aunque
a los malvados se les castigue
severamente, difícilmente cambian su
naturaleza desviada.
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