Un hombre que tenía dos
gallos, compró una perdiz doméstica y
la llevo al corral junto con ellos para
alimentarla. Pero estos la atacaban y la
perseguían, y la perdiz, pensando que lo
hacían por ser de distinta especie, se
sentía humillada.
Pero días más tarde vio cómo los
gallos se peleaban entre ellos, y que
cada vez que se separaban, estaban
cubiertos de sangre. Entonces se dijo a
sí misma:
Ya no me
quejo de que los gallos me maltraten,
pues he visto que ni aun entre ellos
mismos están en paz.
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